En los versos de un poema



Nullius in verba

I

¿De qué te sirven estos versos? 
¿Para qué te escribo este poema?
¿Acaso para que en estas líneas
describa todos tus atractivos?

No, ya que tú sabes que tienes 
unos ojos traviesos, divinos,
que juguetones ofrecen 
a un perdido viajero el camino.

Sabes que tienes boca hechicera, 
cuerpo dúctil y ferviente,
garganta y pecho que sirven 
para atraer al pretendiente.
Bien sabes que bajo tanta belleza 
encierras tanto atractivo.

Sabes que tu simpática inquietud,
tu orgullo irónico y perverso,
tu desprecio o tu sonrisa,
tu gesto amable o desdeñoso
te hacen un ser adorable 
pero un ser indefinido, 
que provoca pavor o esperanza, 
aunque siempre infunde cariño.

Recuerda que tú lo sabes mejor
mas que los que pueden decirlo,
que tu belleza se observa en tus acciones
y no en espejos o apariencias ni mucho
menos en los versos de un poema.

II

¿Acaso sobre un pedazo papel
guardarán tus íntimos amigos,
con su letra y su recuerdo, 
la ofrenda de su cariño?

Solamente la falsa amistad,
solamente el aprecio fingido
requiere conceder recuerdos 
que duren más que sí mismos.

Y cuando pase al recuerdo 
lo que se dejó escrito,
¿acaso es porque ya la amistad
del corazón se ha extinguido?

Solo recuerda que la amistad verdadera,
el cariño verdadero y sincero
se guarda en los corazones
y provienen de sus voces,
y no de los versos de un poema.

III

¿Esperarás que el amor
escriba fervorosos himnos
en estas hojas describiendo
sus éxtasis, sus delirios?

No, que el amor verdadero
jamás escribe intrépido
lo que nació en silencio,
lo que se creó en secreto…

Las palabras amorosas
que al labio promulga el cariño
solo conservan su ternura
cuando son susurradas al oído.

Recuerda que el amor nunca se escribe,
se descubre en los suspiros,
se manifiesta en los ojos
mas no en los versos de un poema.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Terri Graham

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