Duele amar y luego olvidar




Después de meses de amor, el desenlace llegó 
en una inmunda taberna sin nadie sonriendo;
sentados en la esquina, consumimos un trago.
Disimulando la presión y evitando el dolor,
contamos lentamente los eternos segundos,
más motivos existen para concluirlo todo
que excusas para seguir juntos… y lo sabemos.
Bastante decimos sin siquiera abrir los labios
please, no me pidas que evite que tus ojos lloren.

Son las tres y media de la mañana y yo sin sueño,
y esta es una costumbre que no he podido cambiar,
eres mi única compañía y me haces sentir solo:
mis manos tan cerca de tu rostro, sin poderte acariciar;
mis labios tan próximos a tus labios, sin poderte besar;
mis ojos enfocados en tus ojos, evitando llorar;
tu silencio es ruidosamente dulce que se puede escuchar.

Te levantas y con tanto dolor te despides llorando,
comienza la lluvia en mis ojos, ya no te volveré a ver.
Te seguiré amando con prudencia por un tiempo, un periodo,
pero jamás de ti, mientras respire, me podré olvidar.

Deambulando por la calle te intento llamar,
te llamo del móvil pero se pierde la señal,
la batería está sucumbiendo como la noche.
Luego encuentro desesperado un teléfono público
y utilizando mis últimos míseros centavos,
llamo y me llevas directamente al buzón de voz:
con el corazón roto y sin un maldito centavo,
sé que no me llamarás de regreso.
No importa, ya que por la madrugada
estaré en Bangkok o un lugar así…

La siniestra noche se va aclarando,
como el final de nuestra triste historia…
la luna se va perdiendo en la claridad del día.
La luna también está sufriendo,
ambos estamos rogando por el amanecer,
rogando por desaparecer…

Llego al aeropuerto con poco equipaje en mano,
evitando mirar atrás para evitar el llanto,
¿cómo puedo fugarme tan lejos, si lo que tanto
quiero no se vendrá conmigo? Tanto amor fue en vano…

Me pregunto desesperadamente,
¿dolerá más amarte que morir?
Si hasta el día de hoy duele a muerte amarte,
¿acaso un día lograré olvidarte?
¡Contigo aprendí lo que era vivir!

Los remotos recuerdos que en mi corazón quedan,
ahora son los que poco a poco me envenenan,
ya lo siento en mis pulmones y venas:
ahora doy mi último gran suspiro
y sonriendo dejo de respirar…


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Josh91

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Amarga noche



«Noche, fabricadora de embelecos,
loca, imaginativa, quimerista,
que muestras al que en ti su bien conquista
los montes llanos y los mares secos.»
A la noche - Lope de Vega

Qué preciosa es la tarde: 
las nubes pasean en control,
mientras sobre las olas arde
el inmenso calor del inerte sol.

Cubierta en nítidos velos 
de superficiales hules,
aunque siendo reina de los cielos, 
se muestra llena de celos
entre sus pliegues azules.

Y en sus mejillas rosadas
que más hermosura le dan,
a la par que retratadas
sus ansias enamoradas, 
se ven su tristeza y su afán.

¿Por qué, si llena de amor
ella pasó el día entero 
esperando su fervor, 
el sol paga su amor sincero
con su abandono traidor? 

¿Qué amor más rico y suave
puede en el universo encontrar?
Ella enamorarlo sabe
con la misteriosa llave
que tranquiliza las olas del mar.

Ella el perfume le ofrece
de las delicadas flores,
qué cuyo aroma parece,
la declaración de sus amores.

Ella le brinda ternura, 
soledad, felicidad y ruego;
mientras esa llama de ventura
que hace arder el virtuoso fuego
de una pasión dulce y pura.

¡Claro… pero el sol negativo
lento se aleja, se va muy lejos,
cargando orgulloso el atractivo
dorado de sus ardientes reflejos!

Al suspiro afectuoso y triste
de la tarde no responde:
ella el desprecio no resiste
y, al ver que el traidor se esconde,
de negra armadura se viste.

Borran en la playa armoniosa
de los recuerdos las huellas:
¡la luz se oculta temerosa
y la rechazada diosa,
llora lágrimas de estrellas!

¡Pero, por ver el encanto 
del que amargó su fortuna,
abre, entre su negro manto,
su pupila, donde aparece la luna!


© Elvis Dino Esquivel

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