Dios enamorado


Un elogio a la mujer

En tu cabeza se aprecia una aureola
de brillante luz. A tu cuerpo se suma,
una colosal esencia que perfuma
aquella luna que se pasea sola.

Impregnado en tu corazón de oro,
tienes en tu noble alma un tesoro
que solo un venturoso hallaría.
Solo en mi imaginación inquieta
puedo, como tímido poeta,
describirte en una poesía.

Si en esta solitaria noche estrellada,
quisiera Dios, con todos sus sublimes dones,
mostrar su infinita grandeza incomparada,
te mostraría a ti, base de inspiraciones.

Sin duda, Dios te creó a su altura.
No solo tu perfecta hermosura
pero tu gran forma de ser demuestra
¡qué del Creador fuiste obra maestra!

Dios estaba enamorado al crearte,
de evidencia solo basta mirarte,
porque como tú no hay ni habrá ninguna,
¡todo lo que Dios vio, de tu figura,
a un lado se apartó de tu escultura,
para apreciarte como a la luna!

En su mente, tu grandeza ha dejado
una creación llena de emociones,
ya que en ti siempre quedará grabado
el producto de sus ilusiones.


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: di3sel

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Lejanía



I

Hoy con cariño te invoco y es porque quiero
que sepas que siempre fuiste mi tesoro.
¡Navegué mares y como marinero
te avisté como un islote de puro oro!

Tú sabes, como yo sé, que los defensores
de la amada patria consideran ultraje
pensar que el marinero cambia sus amores
tal como los ángeles cambian de plumaje.

¡Nadie, nadie podrá oponerse a mis anhelos
ni nadie podrá detener mis caminares!
Cuando navegue hacia ti, crecerán los cielos
y se acortarán las praderas y los mares.

Mi bohemio amor es de etéreo fuego
que arde y cruza a través de toda distancia;
se guía sin vete, porque que es muy ciego,
y navega a ti aspirando tu fragancia.

II

Tu fragancia hace delirar. En mi frente
recibo un beso perfumado que retoma,
de las brisas del belicoso Medio Oriente,
tu inconfundible dulce y cálido aroma.

Esa efusiva fragancia me destierra
y me vuelve a mi mustia realidad:
solo soy un marinero que en plena guerra
añora huir de su eterna soledad.

Los corazones que son expertos
cobran con el dolor nuevos amores,
¡la materia podrida de los muertos
hace también retoñar las flores!

Aunque por las penas sea acosada,
el alma nunca debe crecer perdida;
¡porque la misma sangre coagulada
puede cerrar cualquier mortal herida!


© Elvis Dino Esquivel


Imagen: Artfile.ru

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El dolor no mata



Mis últimos versos: Como no le alcanza
a mi inepta mente el placer de tu olvido;
a la tristeza de amarte sin esperanza,
me voy muriendo pensando en lo vivido.

Al desconsuelo de ver que otros amores 
nutren el corazón que nutrí un día, 
prefiero, bajo el pétalo de unas flores, 
soñar en que me adoras todavía.

¡Te quiero como siempre te he querido 
y es tan grande el deseo que a ti me ata, 
que para fugarme de tu invencible olvido, 
me mato delirando que el dolor no mata! 

¡Aprendí a venerarte cuando perdió trayecto
el mar y éste se desangró en las gélidas arenas!
Por el amor que aún tengo, le reclamaré afecto
a las mujeres que saben consolar las penas…

¡Adiós, hasta nunca! ¡Adiós, luz de mi olvidado puerto!
¡Beso la carta en la que grabo tu nombre divino,
ojalá al abrirle a la noche el corazón desierto
que en mis besos de muerto sientas la ausencia de Dino!


© Elvis Dino Esquivel

Imagen: Mario Sánchez Nevado

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Perdidos al vernos



Vamos caminando, cansados y temerosos
a donde nos lleve los vientos del destino;
con cada paso, llenamos nuestros dolorosos
corazones con nostalgia del amor divino.

Tal como los cometas luminosos
que cruzan taciturnos y orgullosos
sin chispear por el cielo vespertino
para no poder confundir su camino.

A veces que se entrecruzan los destellos,
con colosal tranquilidad pasiva y serena,
los astros escondidos detrás de tus cabellos.

¡Nuestros ojos se cruzan con una mirada
y en nuestras pupilas se ve la desnuda pena
de tu alma nerviosa y de mi alma desolada!


© Elvis Dino Esquivel

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