Poeta, los ruiseñores ya no cantan tus versos,
ni la musa se contorna a tu insípida rima.
Hoy, te amenazó el silencio
y tus metáforas arbitrarias
exigen ser comprendidas...
¡Ay, sí! Es el «todo» el que te inspira,
según tú.
Paranoico aseguras que
la inspiración te persigue,
pero no te escondes ni tampoco huyes.
Un ocioso vacío te da valor
y desafías al silencio
con tu enigmática poesía:
La formula siempre funciona
porque das por muerta
la obsoleta métrica.
¡Silencio o plomo!
Te arriesgas y arrojas el primer verso:
«Lúgubre desnudez la tuya
en el letárgico ocaso del cosmos
intrínseca floreces en mi trance.»
Te sueltas. Bien sabes
que ya no hay marcha atrás.
Concluyes con un atrevido verso
que ni tú entiendes del todo.
¡Poesía o plomo!
La trascendencia te esquiva
y todas las antologías poéticas
cierran sus páginas.
La apática multitud
puebla el instante
con su respectivo silencio.
De repente,
un milagroso aplauso
se torna en elogios:
Ya no sabes si agradecer
o arrojarte al vacío.
Parece ser
que una de las consecuencias
del silencio y de la poesía
es el suicidio...
pero vendrá la muerte
y se burlará de tu poema...
© Elvis Dino Esquivel
Imagen: FalkeSpassVogel
0 Comentarios: